Rosario Heredia
Periodista
12 de octubre al
mediodía, hora mágica. Ése fue el día y hora escogidos por la Banda de Música
Nuestra Señora de la Soledad de Cantillana para deleitarnos con un magnífico
concierto compuesto a base de un escogido repertorio de obras musicales de alta
calidad histórica y artística que no dejaron indiferente a nadie, provocando en
cada uno de los asistentes diferentes sentimientos, emociones y sensaciones.
El
evento, esperado por muchos, se realizó en la ermita de Nuestra Señora de La
Soledad en honor a la patrona de la villa, con motivo la festividad de los
Dolores Gloriosos de la Virgen María. Por ello, el marco visual
y religioso en el que se celebró el concierto no pudo ser mejor, con la imagen
de la Soledad expuesta en besamanos ante todas aquellas personas que quisieron
acercarse a brindarle su cariño y devoción.
Todo
estaba preparado y el cielo fue propicio. Si desde el amanecer la amenaza de
lluvia había sido constante, cuando llegó el momento los rayos de sol
consiguieron vencer las oscuridades y brillaron en todo su esplendor,
alumbrando el interior del templo, lleno a rebosar. Gratamente me sorprendió
la gran cantidad de niños que habían acudido acompañados de sus padres a
escuchar el concierto.
Y
llegó el momento. La banda de música, estratégicamente organizada a los pies
del altar de la Virgen, nos tenía reservada una sorpresa: el estreno de
sus nuevos uniformes de gala, diseñados por el artista cantillanero Luis Manuel
López, escultor y ceramista, también diseñador, pero sobre todo, amante de la
cultura de nuestro pueblo y ferviente defensor de su historia y tradiciones.
Según
ha explicado Luis Manuel López, a la hora de idear esta indumentaria, sobria
y elegante a la vez, se inspiró en los atuendos de bandas de música del
siglo XIX, donde se sitúa el origen de esta formación musical. Estas bandas
tenían un marcado carácter militar, y de ahí la tipología de su uniforme.
El
uniforme está compuesto de pantalón y casaca militar negra, con camisa blanca y
calzado también negro. La casaca lleva botonadura cuadrada y dorada, con el emblema
de la banda de música, mientras que el pantalón, los puños y el cuello de la
casaca lucen cordones de seda con los colores corporativos del municipio, el
rojo y el verde, separados por otro cordoncillo de oro.
En mi opinión, la elección
de los uniformes ha sido todo un acierto, puesto que permitirá renovar la imagen
de la banda de música y revestirla de mayor solemnidad y profesionalidad,
contando con una indumentaria adecuada para su participación en los diferentes
eventos en los que sea requerida.
Como es tradición, el
encargado de introducir el acto fue Antonio Naranjo Camacho, miembro de la Junta de Gobierno de la Hermandad de la Soledad, quien disertó
sobre el acontecimiento que iba a tener lugar. Una vez realizada la
presentación, se hizo un silencio cargado de expectación. Bajo la
batuta de Carlos J. Carvajal Lozano, director de la banda de música, los sones
musicales fueron inundando las naves del vetusto templo, como si se tratara de
una varita mágica capaz de obrar prodigios. ¿Y acaso conseguir que las
partituras hablen y se expresen en armonía no es uno de ellos? Es uno de los
grandes milagros de los que es capaz el ser humano, aunque por la fuerza de la
costumbre, nos pueda pasar inadvertido.
Y las marchas se fueron
sucediendo, unas tras otras. ‘Triana con su Esperanza’, de Moreno Pozo;
‘Claudia Prócula’, de Alberto Barea; ‘La Esperanza de Triana’, de López Farfán…
Muy aplaudida fue la marcha ‘Soledad, ven a tu pueblo’, obra de Antonio
Paniagua Pueyo y que la banda de música estrenó, contando para
ello con la presencia y el beneplácito del compositor cantillanero.
'La sangre y la gloria', de Alfonso Lozano;
‘Virgen de las Mercedes’, de Manuel Marvizón y el ‘Ave María’, de Giulio
Caccini fueron otras de las obras que tuvimos la oportunidad de escuchar. Esta
última fue interpretada brillantemente por la joven cantillanera Celia Campos Sanz, quien puso voz a esta
composición.
Y el evento fue coronado con
la interpretación de las marchas ‘Augusta Reina de Cantillana’ y ‘María
Soledad’, obra de Gabriel Ríos Amores, fundador de la banda de música en 1960. Tras la finalización, pude escuchar
entre los presentes muchos comentarios de aprobación y satisfacción sobre el concierto y la calidad
artística de la formación musical.
En conclusión, fue un evento
que sirvió para demostrar el excelente nivel musical que la banda de música
Nuestra Señora de la Soledad de Cantillana posee actualmente, estando a la altura
de las formaciones musicales más prestigiosas. Mi enhorabuena a todos los
miembros de la banda, por haber llegado con su trabajo y esfuerzo al nivel en
el que se encuentran ahora, y espero que sigan en esta
línea ascendente, cosechando muchos éxitos. Adelante.
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